TODO POR AMOR...

Esta es la historia de un joven que tenía mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia debería clavar un clavo detrás de la puerta. Pronto la puerta se llenaba de clavos, pero a medida que el joven podía controlar su genio clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que podía controlar su mal genio, pues el clavar con coraje detrás de la puerta le hacía desahogar y pensar sobre su mala actitud.

Llegó el día en que pudo controlar su mal carácter y ya no tenía razón alguna para seguir clavando detrás de su puerta. Entonces llamo a su padre y le contó como se estaba sintiendo y este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su mal carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta. Era ciertamente un gran logro pero, su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: “Has trabajado duro hijo mío...pero, mira todos esos hoyos que quedaron en la puerta, jamás será la misma”.

Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí vez. Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero la herida permanecerá siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Ahora hace falta trabajar mucho más para que la puerta quede igual. No es suficiente con dejar de pecar y dejar de herir a los demás; pero nunca olvides que todo sana con la gracia de DIOS.

Si por casualidad tu corazón se siente con huecos como esa puerta, nunca lo dudes amig@ mío que yo estaré junto a ti…no para curarte las heridas si no para demostrarte que no todos somos iguales.

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